La “carta de intenciones”, “letter of intent” o “LOT”, se engloba en las operaciones de fusiones y adquisiciones, especialmente en la compraventa de acciones o participaciones de una empresa y es habitual que las partes contratantes la suscriban al inicio de la operación. Su finalidad principal es dejar constancia de la voluntad de las partes de llevar a cabo en un futuro próximo una determinada operación o negocio jurídico entre las mismas.

Pese a que no suele generar obligaciones vinculantes entre las partes, constituye una verdadera declaración de voluntades, y tiene un alto valor ético. En ella rige el principio de autonomía de la voluntad, pudiendo las partes contratantes incluir el contenido que estimen oportuno. Dicho lo cual, las cláusulas más habituales son las siguientes:

• Fijación de unos términos mínimos de la futura operación
• Obligación de exclusividad en las negociaciones a favor del comprador
• Confidencialidad
• Realización de un proceso de auditoría legal o “due diligence”

En definitiva, la carta de intenciones es un documento cuyo objetivo es sentar las bases para el inicio de una operación de fusiones y adquisiciones, con vistas a concluir una operación en el futuro próximo. Su valor principal reside en proporcionar cierta seguridad jurídica a las partes, limitando los riesgos a los que se verían expuestas en caso de una negociación abierta y sin formalismo alguno.

Finalmente, conviene destacar que las partes están en todo caso sujetas a un principio general de buena fe. Por ello, la ruptura injustificada de las negociaciones o tratos preliminares entre las partes firmantes podría acarrear una cierta responsabilidad in contrahendo, con la consiguiente obligación de indemnizar por los daños y perjuicios causados.