La Comisión Europea ha tomado recientemente una importante decisión al introducir el «derecho a reparación» para los consumidores, con el que se pretende garantizar que los productos que ya no funcionan, pero podrían repararse, no se desechen inmediatamente.

La Directiva sobre el derecho de reparación está siendo actualmente objeto de transposición por los legisladores de los Estados miembros. Este proyecto se completa ahora con otra Directiva «para reforzar los derechos de los consumidores», que no ha entrado en vigor hasta marzo de 2024. Entre otras cosas, esta Directiva prohíbe el «Greenwashing», es decir, la publicidad inexacta o engañosa con la supuesta sostenibilidad o protección del medio ambiente de los productos. En este contexto, el fenómeno del «desgaste programado» juega también un papel importante. El que los productos se diseñen desde el principio para tener una vida útil máxima planificada, porque una pieza o componente se rompa al cabo de un periodo relativamente corto y el aparato en su conjunto ya no puede repararse, puede constituir incluso un hecho punible. Por debajo de este umbral, sin embargo, hay muchos ejemplos de productos diseñados de tal manera que no pueden repararse, aunque solo un pequeño componente esté defectuoso (por ejemplo, porque está pegado y no atornillado). Los legisladores nacionales deben tomar ya medidas para garantizar que, por ejemplo, los electrodomésticos como lavadoras, aspiradoras, cafeteras o teléfonos móviles no tengan que desecharse prematuramente por haber sido diseñados de tal forma que no puedan repararse.

En Alemania, se está estudiando la posibilidad de ampliar el periodo de garantía legal de dos a tres años para respaldar tanto el derecho a reparación como la prevención del desgaste programado. La Directiva debe transponerse a la legislación nacional en los próximos dos años.