Dentro del “Plan de Reestructuración” que propone el Gobierno español, y como así han manifestado varios ministros, se encontraría una “inevitable” subida del Impuesto de Sociedades (IS) en España.

La razón de esta medida se basa en el mantra que desde hace años viene propugnando la denominada izquierda española: las empresas tributan bastante menos de lo que deberían por el IS. Así ofrecen datos como que a partir de 2010 en España las entidades pagan en torno a 3.000 millones menos anuales que la media de los países UE, o que el tipo efectivo de las grandes empresas sea únicamente del 6%.

Se debe resaltar que dichas cifras parten de premisas erróneas, pues calculan lo pagado en España respecto de los beneficios mundiales (es decir, no toman en cuenta los impuestos pagados en el extranjero), y además no se tienen en cuenta las compensaciones de pérdidas de años anteriores, entre otros ajustes fiscales.

Pues a pesar de lo anterior, y apoyándose en razonamientos que carecen de fundamento, la propuesta de cierto sector del gobierno es que las entidades con bases imponibles superiores al millón de Euros paguen un 35% (actualmente el tipo general es del 25%), y por si fuera poco, que dicha cantidad sea como mínimo del 15% sobre el resultado contable del ejercicio. Es decir, que no se tomarían en cuenta, por ejemplo, las bases imponibles negativas (pérdidas).

Y se prepara también que los dividendos que se distribuyan por filiales situadas en el extranjero hacia España, y que ahora están exentos, tributen como mínimo un 5%. Esto no es más que un recargo al beneficio obtenido fuera de nuestras fronteras. En definitiva, otra medida que viene a sentenciar a la ya de por sí escasa liquidez de las entidades españolas.